domingo, 22 de noviembre de 2020

El Bollo

 

Vivía hace mucho tiempo un anciano con su mujer. Un buen día el anciano le dice:


    • Cariño, prepáreme un bollo.

    • ¡¿Y de que te lo voy a hacer, si no hay harina?! - le contesta su mujer.

    • ¡Anda que si! Tu mira en algún cajón, igual encuentras algo de harina.

Cogió la abuela la pala. Miro en el cajón y recogió dos puñados de harina. Lo mezcló con crema agria, lo coció con aceite y lo dejo en la ventana para secarse. 

El bollo estuvo allí acostado, hasta que salió rodando, de la ventana al banco, del banco al suelo, por el suelo llego hasta la puerta, saltó el umbral de la puerta, de allí al porche, del porche al patio, del patio a la calle y así sucesivamente. 

Va el bollo rodando por el camino y de repente se cruza con un conejo:

    • ¡Bollito, bollito! ¡Te voy a comer!

    • No me comas, por favor, te cantaré una canción. - dijo el bollo y comenzó a cantar.

       

      Soy un lindo bollito. De la harina de la caja me sacaron.

      Con crema agria me mezclaron y con aceite cocido estuve.

      En la ventana secándome estaba, pero de los ancianos me escape.

      Y de ti, conejo, me escapare.

       

Y siguió rodando el bollo. Como lo vio el conejo venir, lo vio irse.

Rueda el bollito y de frente le viene un lobo.

    • ¡Bollito, bollito! ¡Te voy a comer!

    • No me comas, por favor, te cantaré una canción. - dijo el bollo y comenzó a cantar.


      Soy un lindo bollito. De la harina de la caja me sacaron.

      Con crema agria me mezclaron y con aceite cocido estuve.

      En la ventana secándome estaba, pero de los ancianos me escape.

      Del conejo me escapé y de ti, lobo, me escapare.


Y siguió el bollito su camino. Como lo vio venir el lobo, lo vio irse.

Sigue el bollito su camino, hasta que se topa con un oso.

    • ¡Bollito, bollito! ¡Te voy a comer!

    • No me comas, por favor, te cantaré una canción. - dijo el bollo y comenzó a cantar.

  

      Soy un lindo bollito. De la harina de la caja me sacaron.

      Con crema agria me mezclaron y con aceite cocido estuve.

      En la ventana secándome estaba, pero de los ancianos me escape.

      Del conejo me escapé, del lobo me escapé.

      Y de ti, oso, me escapare.


Y siguió su camino. Como lo vio venir el oso, lo vio irse.

Rueda, rueda el bollito y se cruza con un zorro.

    • ¡Hola, bollito! ¡Que bonito eres, te voy a comer!

    • No me comas, por favor, te cantaré una canción. - dijo el bollo y comenzó a cantar.

       

Soy un lindo bollito. De la harina de la caja me sacaron.

Con crema agria me mezclaron y con aceite cocido estuve.

En la ventana secándome estaba, pero de los ancianos me escape.

Del conejo me escapé, del lobo me escapé.

Del oso me escapé y de ti, zorro, me escaparé.


    • ¡Que canción tan linda! - dijo el zorro – Pero me he hecho viejo, bollito, oigo mal. Siéntate en mi hocico y cántamela de nuevo, pero esta vez mas fuerte.

El bollito se subió al hocico del zorro y la cantó otra vez.

    • ¡Gracias, bollito! Es una canción preciosa, la escucharía de nuevo. Siéntate en mi lengua y cántamela por ultima vez. - dijo el zorro y sacó la lengua.

El bollito se subió a la lengua y allí el zorro se lo comió.

sábado, 21 de noviembre de 2020

Masha y el oso

Vivían hace mucho tiempo un anciano con su mujer. Tenían una nieta, Masha. Un día, las niñas decidieron ir al bosque para recoger frutas y setas. Vinieron en busca de Masha.         

 - Abuelos, – dijo Masha, – dejadme ir con mis amigas al bosque.

 

              
 - Ve con ellas, pero ve con cuidado, no vaya a ser que te pierdas.

En cuanto llegaron al bosque, comenzaron a recoger frutas y setas. Así Masha, de un árbol a otro, de un arbusto a otro, se fue alejando cada vez mas de sus amigas.

Al cabo de un rato se dio cuenta de que estaba perdida y empezó a llamar a sus amigas, pero estas no respondían. 

 


 

Conforme mas andaba, mas se adentraba en el bosque.

Se adentro ella en la zona mas profunda del bosque.

¡De repente - una casa!

Masha llamó a la puerta, pero nadie contestó. Empujó la puerta y esta se abrió.

 


 

Entró y se sentó en la mesa que estaba al lado de la ventana. Se sentó y pensó: 

  - ¿Quien vivirá aquí? ¿Por que no hay nadie?

En la misma casa vivía un oso. Pero en ese preciso momento el no estaba en la casa, estaba en el bosque. Llego el oso por la noche a su casa, vio a Masha y se alegró.

  - ¡Aja! - dijo, - ¡ahora no te dejaré marchar! Mantendrás el horno, harás la comida y me darás de comer.

 


 

Masha se entristeció, pero no podía hacer nada. Comenzó a vivir en la casa del oso. El oso se va todo el día al bosque, mientras que castiga a Masha con estar encerrada en la casa sin posibilidad de huir.

  - Y si consigues escapar, - dijo, - igualmente te           encontraré y allí si que te comeré.

Masha comenzó a pensar en como escapar de la casa del oso. Todo lo que hay alrededor – es bosque. Masha no sabe a donde ir y no hay a quien preguntar. Estuvo pensando hasta que se le ocurrió una idea.

Llega el oso un día del bosque y Masha le dice:

  - ¡Oso! ¡Oso! Dejame ir un día al pueblo, a                 llevarle regalos a mis abuelos.

  - No, - dice el oso, - te perderás en el bosque.            Dame los regalos, yo mismo los llevaré.

 


 

¡Y eso es lo que Masha necesita!

Hizo Masha empanadillas. Hizo una gran bandeja de ellas y le dijo al oso:

  - Mira: yo dejaré las empanadillas en la bandeja y tu los llevarás a mis abuelos. Y recuerda: no abras la bandeja y no cojas ninguna empanadilla. Yo me subiré a un árbol y te vigilaré. 

 


 

  - De acuerdo, - dijo el oso, - dame la bandeja.

Masha le dice:

 - Sal afuera y comprueba que no esté lloviendo.

En cuanto el oso salió a comprobar el tiempo, Masha se escondió dentro de la caja en la que iban las bandejas, tapándose con las mismas. Cuando el oso volvió, vio la caja con las bandejas preparada. Las cogió y comenzó a andar hacia el pueblo.

 


 

Anda el oso entre los pinos y abedules, bajando hacia los barrancos y subiendo las colinas. Andaba, andaba, se cansó y dijo:

  - Me sentaré en el tocón y me comeré una                empanadilla.

 


 

Y dijo Masha desde la caja:

 - ¡Te veo! ¡Te veo! ¡No te sientas en el tocón! ¡No te comas la empanadilla! ¡Llevalo a los abuelos!

 - ¡Mira que vista! - dijo el oso, - ¡Lo ve todo!

Cogió la caja y siguió el camino.

Ando, ando, se paró, se sentó y dijo:

 - Me sentaré en el tocón y me comeré una                   empanadilla.

 


 

Y Masha de nuevo desde la caja: 

 - ¡Te veo! ¡Te veo! ¡No te sientas en el tocón! ¡No te comas la empanadilla! ¡Llevalo a los abuelos!

El oso se sorprendió.

  - ¡Mira que ingeniosa! Se ha sentado muy alto, lo      ve todo a lo lejos.

Se levantó con prisa y se fue.

Llego al pueblo en el que vivían sus abuelos y comenzó a llamar a la puerta.

  - ¡Abrid la puerta! Os traigo recuerdos de Masha.

Los perros de alrededor ya han olido al oso y ya han ido a por el y ahora le ladran desde todas las casas. 

 


 

El oso se asustó, dejó la caja con las empanadillas y salió corriendo al bosque sin mirar atrás.

Salieron los abuelos a las puertas de su casa y ven delante de ellos la caja.

  - ¿Que habrá dentro de la caja? - pregunta la            abuela.

El abuelo cogió la caja, mira dentro de ella y no se cree lo que ve: dentro de la caja esta Masha, viva y sin un rasguño. Se alegraron mucho los abuelos, la abrazaron, la besaron y le dieron la bienvenida. 

 


 


viernes, 20 de noviembre de 2020

GACHAS DE HACHA

 

El viejo soldado de iba de permiso. Se canso por el camino y le entro hambre. Llego hasta un pueblo y llamo a la casa mas cercana:


    - ¿Dejareis entrar a un viajero?

        Una anciana abrio la puerta.

     - Entra, soldado.

     - ¿No tendrás algo de comer? 

 

La anciana tenia de todo, pero no quiso dar de comer al soldado y se hizo pasar por huerfana.

    - Ay, buen hombre, yo tampoco he comido nada en todo el dia, nada.

    - Bueno, no pasa nada. - dijo el soldad.


De repente, vio un hacha debajo del banco.


    - Bueno, si no tienes nada, puedo hacer una gacha de hacha.


La abuela levanto las manos de sorpresa.


    - ¡¿Como vas a hacer una gacha de hacha?!


    - Ya lo veras, dame una caldera.


La anciana trajo una caldera, el soldado lavo el hacha, la metio dentro de la caldera, añadio agua y la puso a hervir.


La anciana mira fijamente al soldado, sin quitarle ojo.


El soldado saco una cuchara, remueve el caldo. Lo prueba.


     - ¿Que tal esta? - pregunta la anciana.

    - Pronto estara lista – dice el soldado – una pena que no haya sal.

    - ¡Sal tengo, toma!


El soldado le hecha sal y lo prueba otra vez.


    - Esta buena, le faltaria un poco de cereales.


La anciana se puso nerviosa y trajo de algun sitio cereales.


    - ¡Toma, hechale cuanto necesites!


Le hecho cereales. Poco despues la vuelve a probar. La anciana mientras no lo quita ojo al soldado.


    - ¡Que buena esta! - dijo el soldado – le faltaria un poco de aceite y estaria perfecta.


La anciana encontro aceite.


Terminaron la gacha.


    - Bueno, abuela, coge pan un una cuchara, vamos a probar la gacha.

    - ¡No tenia ni idea de que de un hacha se puede hacer una gacha tan buena! - decia la anciana         sorprendida.


Terminaron la gacha y la anciana pregunta:


    - ¿Soldado, cuando vamos a comer el hacha?

    - Ah, ves, el hacha no se ha terminado de cocer – dijo el soldado – por el camino lo preparare y me lo       comere.


Metio el soldado el hacha en su macuto, se despidio de la anciana y se fue a otro pueblo.


Asi es como el soldado comio gacha y se llevo el hacha.




El Bollo

  Vivía hace mucho tiempo un anciano con su mujer. Un buen día el anciano le dice: Cariño, prepáreme un bollo. ¡¿Y de que te lo ...