sábado, 21 de noviembre de 2020

Masha y el oso

Vivían hace mucho tiempo un anciano con su mujer. Tenían una nieta, Masha. Un día, las niñas decidieron ir al bosque para recoger frutas y setas. Vinieron en busca de Masha.         

 - Abuelos, – dijo Masha, – dejadme ir con mis amigas al bosque.

 

              
 - Ve con ellas, pero ve con cuidado, no vaya a ser que te pierdas.

En cuanto llegaron al bosque, comenzaron a recoger frutas y setas. Así Masha, de un árbol a otro, de un arbusto a otro, se fue alejando cada vez mas de sus amigas.

Al cabo de un rato se dio cuenta de que estaba perdida y empezó a llamar a sus amigas, pero estas no respondían. 

 


 

Conforme mas andaba, mas se adentraba en el bosque.

Se adentro ella en la zona mas profunda del bosque.

¡De repente - una casa!

Masha llamó a la puerta, pero nadie contestó. Empujó la puerta y esta se abrió.

 


 

Entró y se sentó en la mesa que estaba al lado de la ventana. Se sentó y pensó: 

  - ¿Quien vivirá aquí? ¿Por que no hay nadie?

En la misma casa vivía un oso. Pero en ese preciso momento el no estaba en la casa, estaba en el bosque. Llego el oso por la noche a su casa, vio a Masha y se alegró.

  - ¡Aja! - dijo, - ¡ahora no te dejaré marchar! Mantendrás el horno, harás la comida y me darás de comer.

 


 

Masha se entristeció, pero no podía hacer nada. Comenzó a vivir en la casa del oso. El oso se va todo el día al bosque, mientras que castiga a Masha con estar encerrada en la casa sin posibilidad de huir.

  - Y si consigues escapar, - dijo, - igualmente te           encontraré y allí si que te comeré.

Masha comenzó a pensar en como escapar de la casa del oso. Todo lo que hay alrededor – es bosque. Masha no sabe a donde ir y no hay a quien preguntar. Estuvo pensando hasta que se le ocurrió una idea.

Llega el oso un día del bosque y Masha le dice:

  - ¡Oso! ¡Oso! Dejame ir un día al pueblo, a                 llevarle regalos a mis abuelos.

  - No, - dice el oso, - te perderás en el bosque.            Dame los regalos, yo mismo los llevaré.

 


 

¡Y eso es lo que Masha necesita!

Hizo Masha empanadillas. Hizo una gran bandeja de ellas y le dijo al oso:

  - Mira: yo dejaré las empanadillas en la bandeja y tu los llevarás a mis abuelos. Y recuerda: no abras la bandeja y no cojas ninguna empanadilla. Yo me subiré a un árbol y te vigilaré. 

 


 

  - De acuerdo, - dijo el oso, - dame la bandeja.

Masha le dice:

 - Sal afuera y comprueba que no esté lloviendo.

En cuanto el oso salió a comprobar el tiempo, Masha se escondió dentro de la caja en la que iban las bandejas, tapándose con las mismas. Cuando el oso volvió, vio la caja con las bandejas preparada. Las cogió y comenzó a andar hacia el pueblo.

 


 

Anda el oso entre los pinos y abedules, bajando hacia los barrancos y subiendo las colinas. Andaba, andaba, se cansó y dijo:

  - Me sentaré en el tocón y me comeré una                empanadilla.

 


 

Y dijo Masha desde la caja:

 - ¡Te veo! ¡Te veo! ¡No te sientas en el tocón! ¡No te comas la empanadilla! ¡Llevalo a los abuelos!

 - ¡Mira que vista! - dijo el oso, - ¡Lo ve todo!

Cogió la caja y siguió el camino.

Ando, ando, se paró, se sentó y dijo:

 - Me sentaré en el tocón y me comeré una                   empanadilla.

 


 

Y Masha de nuevo desde la caja: 

 - ¡Te veo! ¡Te veo! ¡No te sientas en el tocón! ¡No te comas la empanadilla! ¡Llevalo a los abuelos!

El oso se sorprendió.

  - ¡Mira que ingeniosa! Se ha sentado muy alto, lo      ve todo a lo lejos.

Se levantó con prisa y se fue.

Llego al pueblo en el que vivían sus abuelos y comenzó a llamar a la puerta.

  - ¡Abrid la puerta! Os traigo recuerdos de Masha.

Los perros de alrededor ya han olido al oso y ya han ido a por el y ahora le ladran desde todas las casas. 

 


 

El oso se asustó, dejó la caja con las empanadillas y salió corriendo al bosque sin mirar atrás.

Salieron los abuelos a las puertas de su casa y ven delante de ellos la caja.

  - ¿Que habrá dentro de la caja? - pregunta la            abuela.

El abuelo cogió la caja, mira dentro de ella y no se cree lo que ve: dentro de la caja esta Masha, viva y sin un rasguño. Se alegraron mucho los abuelos, la abrazaron, la besaron y le dieron la bienvenida. 

 


 


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